Cuentos de hadas
Pregunta el poeta Gustavo Reátegui Oliva: "¿Cuál es el cuento de hadas de tu vida?".
El primer impulso, y no voy a hablar de esto en terapia, es optar por la maldad y responder: "Juana de Arco". Después de todo, la valiente y sufrida Juana no vio hadas pero sí angelitos, y tuvo su príncipe, un espantoso traidor que se benefició de su voluntad guerrera y su delirio místico.
A continuación, pienso si la pregunta se refiere a cómo quiero ser salvada. En eso consisten los cuentos de hadas: una joven que soporta su triste destino hasta que lo sobrenatural interviene y envía al hombre que se encargará de rescatarla de una vez y para siempre, y de convertirla en princesa.
La mujer del cuento de hadas no es la heroína de su propia historia.
Muchas mujeres esperan ser salvadas. Las hay que quieren ser liberadas de la soledad a través del amor: otras quieren la gran billetera que las libere del mundo del trabajo que las agota y las subvalora. Otras, demasiadas, han perdido todos los sueños, involucren o no a los príncipes y lo que sea que tengan para dar. Mientras, el mercado explota en el resto la persistencia de esa ilusión en la forma de bodas fastuosas, sin las cuales el amor, se nos dice, es un poco menos amor, y la princesa, menos princesa.
Prefiero ser la protagonista de mi propia historia. Una historia en la que mi príncipe y yo somos iguales, y más allá de rescatarnos mutuamente, nos dedicamos a merecernos el uno al otro.
El primer impulso, y no voy a hablar de esto en terapia, es optar por la maldad y responder: "Juana de Arco". Después de todo, la valiente y sufrida Juana no vio hadas pero sí angelitos, y tuvo su príncipe, un espantoso traidor que se benefició de su voluntad guerrera y su delirio místico.
A continuación, pienso si la pregunta se refiere a cómo quiero ser salvada. En eso consisten los cuentos de hadas: una joven que soporta su triste destino hasta que lo sobrenatural interviene y envía al hombre que se encargará de rescatarla de una vez y para siempre, y de convertirla en princesa.
La mujer del cuento de hadas no es la heroína de su propia historia.
Muchas mujeres esperan ser salvadas. Las hay que quieren ser liberadas de la soledad a través del amor: otras quieren la gran billetera que las libere del mundo del trabajo que las agota y las subvalora. Otras, demasiadas, han perdido todos los sueños, involucren o no a los príncipes y lo que sea que tengan para dar. Mientras, el mercado explota en el resto la persistencia de esa ilusión en la forma de bodas fastuosas, sin las cuales el amor, se nos dice, es un poco menos amor, y la princesa, menos princesa.
Prefiero ser la protagonista de mi propia historia. Una historia en la que mi príncipe y yo somos iguales, y más allá de rescatarnos mutuamente, nos dedicamos a merecernos el uno al otro.
Comentarios
The Virago Book of Fairy Tales, edited by Angela Carter, London: Virago Press, 1990
He pensado a propósito de tu respuesta, en hacerte caso y dar más espacio y cabida a la decisión de los receptores/esectadores, para que ellos como bien decís ( desde su niño)puedan ser los propios actores de esta historia, que se llama, te cuento ( la historia que preparo para fines de año) "Historias del alma del mundo".
Un fraternal, afectuoso y fuerte abrazo desde Perú, hermana Patagonia.
y que la Príncesa Mágica Guerrera del Sur, viva eternamente en el Poema, de lo Real, y permanezca: como granizo herido una trade de rocío, y tan fiera!
Amarillo armiño y dos cariños,
Gustavo Reátegui Oliva.
saludos
eliana